martes, 28 de octubre de 2008

Escondida en mi buhardilla

Llueve. Hace frío, quizá mucho y demasiado pronto, pero escondida desde mi buhardilla arropada con una manta de gruesa lana, observo la realidad que conforma lo que me rodea. No sé si me gusta o no. Mi estado de ánimo es, estos días, voluble y cambiante, como la vida misma. De allá para acá. Es curioso cómo pasa el tiempo y cómo evoluciona todo... ¿Que la lógica existe? Cada vez estoy menos convencida de ello. Hay temporadas que no creo en las casualidades y otras que, por el contrario, creo que todo se compone en base a hechos casuales enlazados por algún extraño e inexplicable vínculo. ¡Buf! Hace frío aquí arriba, tal vez debería bajar, es casi la hora de cenar. Pero no tengo hambre, pensar en estas cosas me quita el apetito. Acaba de pasar un pajarillo tardío por el tragaluz que hay en el tejado. Somos como ellos en este mundo, frágiles y vulnerables, por muy fuertes que nos creamos. Creo que esta divagación no me va a llevar a ningún sitio, pero me da igual. Mis pensamientos me piden a gritos ser liberados con más o menos frecuencia y de vez en cuando les dejo a su aire al fin cuando creo que son lo suficientemente maduros como para ser entendidos por algún humano que no sea yo, su creadora. Tal vez éste sea demasiado inconcluso o puede que no tenga ningún sentido, pero me da igual. Me he escondido en mi buhardilla porque no tenía nadie con quien hablar de esto. Me cansé de esperar y aquí estoy de nuevo, divagando por mi mente porque me apetece hacerlo. Tuve un día complicado hoy. ¿A quién le gusta que le engañen cuando va de legal? Creo que a nadie. Hoy me sentí engañada y me vengué por ello. ¿Soy demasiado cruel o estoy siendo justa? No lo sé, quizás tomé la decisión más cómoda y fácil. Lo hecho, hecho está. Y si pagan justos por pecadores, los justos sabrán lo que tienen que hacer dado el cambio que les ha sido impuesto. Y más tarde, en la soledad de mi flexo, me sentí despachada y compartida, cuando únicamente buscaba un momento tierno e íntimo. Me voy a cenar, esta vez en compañía, aunque muchas veces es como cenar con desconocidos. Así es como veo las cosas. Enmarañadas. Pero me siento curiosa, y quiero zarcear por aquella maraña e ir descubriendo qué es lo que esconde mi destino, sea lo que sea, aunque mis decisiones y situaciones traigan consecuencias indeseadas. Eso es lo que hay. Puede que sea una inconsciente con todo esto que pienso, pero es que me da igual. Sólo me apetece estar cómoda y feliz dentro de mis posibilidades. ¡Oh! Comienza a nevar... Bienvenido, frío otoño, como siempre logras sorprenderme... Mañana saldré al jardín de mi mente y haré un bello muñeco de nieve.

5 comentarios:

Ricardette dijo...

Gracias!la verdad es que mis problemas empiezan a esclarecerse...gracias x todo,de verdad.te quiere

tu riti

Anónimo dijo...

Cuanto mas oscuras parecen las cosas, más complicado es desacerse de ellas, de esos momentos duros en los que el frío t corrompe y la nieve en vez de ser un fino manto de agua helada se convierte en una gran capa de mierda q t escupen desde las nubes. Atrapada, si, pero con ganas de salir, y con ganas de q alguien t tienda su mano y te enseñe que ese manto de nieve es algo maravilloso. Que te entregue su calor y juntos disfrutar de este maravilloso otoño q acaba de llegar

El Tío Poe dijo...

Cuanto mas oscura es la noche, mas brillante ves la mañana.
Un besito hermanita!

Angel dijo...

Cuanta razón tiene pozo, siempre vemos la luz mas brillante cuando salimos de la oscuridad, por tanto no te preocupes sigue siendo tu y punto que lo malo ya se ira solo y lo bueno ya lo tienes.Un beso preiosa.

Fertxu dijo...

¿Miedo? ¿Frío? ¿Angustia? …
Somos frágiles como pajarillos tardíos. Nos sentimos tan libres y estamos tan encadenados…
Un día me dijeron que tenía alas. Volé.
Pase a buscarte, sabía que te encontraría en tu buhardilla. Sobrevolando el tragaluz de tu tejado te vi sentada en un rincón.
¿Sabes? Está nevando y aquí fuera hace mucho frío, pero la noche esta preciosa.
Dime, ¿te vienes?