lunes, 22 de febrero de 2010

Complicidad

Que me buscas y te encuentro. Que me miras y te miro y me piensas y te pienso. No hacen falta las palabras... somos cómplices de lo nuestro.

lunes, 8 de febrero de 2010

Asesinato de un alma en primera persona.

Hacer de tripas corazón, dices, mientras me clavas tu mirada en lo más profundo de mi ser. La rabia que escurre por tus palabras va directa a mis entrañas y me las desgarra. Y empieza a oler a sangre fresca, como cuando se degüella a un animal. Sangre que no puedo tocar, pero que me produce una hemorragia mortal del espíritu porque nací con el alma hemofílica. Me destrozas con tus palabras, sesgas toda ilusión o buena esperanza que brota de mis adentros, eres el arma mortal que evité durante tanto tiempo, que me está matando; que me destroza poco a poco, lentamente, sin una sola pausa. Más duelen las heridas del alma que las que se sufren por fuera. Duran más y no se curan del todo jamás.

Vamos construyendo muros alrededor como defensa que no hacen sino aislarnos y consumirnos las esperanzas, llegando a hacernos vivir en el lodo más fangoso jamás visto, rodeados de ciénagas pestilentes y asfixiantes. Eso has hecho tú, cobarde. Y ahora sólo me atacas con el frío metal de tu lengua, que es más cortante que una daga.

¡Para ya! Te grito con los ojos. Deja de hincarme tu espada, deja de apuñalarme con esa saña que te caracteriza. Estoy malherida y maltrecha, sé que a ésta no sobrevivo. Por más remiendos que me he ido haciendo a lo largo del camino, te pertenece mi estocada final. [Me he muerto]. Mírame, me has matado el alma. Lo has conseguido, estoy muerta.