sábado, 30 de agosto de 2008

Fallen



"Cuando veas que el final está cerca y no hay vuelta atrás, no hay que lamentarse, disfruta cada segundo."

viernes, 29 de agosto de 2008

...

Se me han esfumado las palabras. Vi, cómo, lentamente se escurrían aquella mañana entre mis dedos y se perdían... Unas caían al suelo y se quebraban, insalvables; y otras salían volando arrastradas por aquella brisa pre-otoñal. Al sol de mediodía escondida en las calles de mi ciudad se quebraron muchos de mis sueños y cómo duele, ¡ay!, cómo duele que se rompan, porque creía en éllos, creí que aún podía hacerlos realidad. Pero se han roto mis sueños y se han esfumado las palabras que tenía para decirte, y no sé qué puedo hacer... si callarme y esperar a ver si vuelven o buscar otras nuevas y volver a intentarlo, o rendirme y quedarme muda para siempre.
Retumban en mis oídos las palabras que me dijiste, entraron en mis oídos como un torbellino arrasador y penetraron en mi corazón como una afilada espada abriendo heridas nuevas y, lo que es peor, antiguas. La realidad que me rodeaba desapareció y tus palabras, malditas, eran lo único que mis cinco sentidos percibían: amargas como hiel, estridentes como chirridos, no sé si frías como hielo o ardientes como lava que ha escupido un volcán, apestosas como carne podrida desde hace días, horrendas como el más horrible de los monstruos que me persigue en mis peores pesadillas nocturnas. Tus palabras han hecho que las mías se escondan (las que queden) y se esfumen.
He quedado en un estado en el que no sé qué hacer, me da miedo todo, sólo quiero huir y esconderme del mundo hostil que me tiene atrapada entre sus gruesos barrotes del tiempo y no volver jamás. Quiero dejar de creer en el amor y a la vez no puedo, porque te quiero, aunque me hayas causado este dolor, siendo consciente o no de ello...

Hoy, de nuevo, grito y nadie me escucha, grito al vacío. Y no hay pacto de guardianes que valga, ni protectores de ningún tipo. Y sólo porque éste es mi rincón más íntimo y mi pequeña vía de escape, decir lo más profundo a quien no veo, lo digo y lo escribo. No quiero compasión de nadie, no quiero nada de nadie, sólo que sepa quien me lea que esto es lo que hoy siento y que no se lo deseo a nadie. Porque me siento perdida, muda y desolada. Con una herida en el pecho: una nueva y otra vieja, que se ha reabierto. Estoy muy jodida y, más aún, rabiosa. Y con los exámenes a la vuelta de la esquina.

Violet Hill




lunes, 25 de agosto de 2008

(sin título)

Caminaba por el bosque, adentrándose en su asfixiante oscuridad, sin miedo a nada, un valor que no sabía de dónde venía le acompañaba. El crujir de hojas a su paso era el único sonido que le hacía sentir que caminaba y sentía en su pecho el palpitar del corazón exaltado que se dirigía a un lugar desconocido. Caminaba sin rumbo, guiado únicamente por su instinto más animal, buscando algo que no sabía lo que era, pero tenía que encontrarlo. Ya. Dirigía su mirada oteando su posible trayectoria, evitando arbustos de espinos que se cruzaban en su camino, oliendo la frescura del verdor del bosque que llenaba sus pulmones de nuevos impulsos en cada paso.
De repente, en aquel espacio en el que aparentemente no avanzaba el tiempo, sintió una mirada sobre su nuca. Contuvo la respiración. Algo le acechaba entre la espesura de aquel extraño bosque. Se giró inmediatamente y le pareció ver dos titilantes puntos brillantes dentro de la densa maleza que le observaban. No distinguió la figura de aquel ser que había fijado su atención en él.
"Mierda" se dijo a sí mismo, " es la Muerte". No sabía cómo, pero lo sabía. Le acechaba. Y a la vez, sabía que le daría ventaja, puesto que la victoria ya estaba cantada.
Así que no apresuró el paso dispuesto a huir, sino que siguió caminando al ritmo anterior, buscando y buscando. De vez en cuando encontraba pequeños tesoros que le llenaban el corazón de nuevos ánimos; pero sabía que había algo más. Siempre hay algo más.


(continuará... o tal vez no...)

miércoles, 20 de agosto de 2008

Un grito al vacío

Sola en aquel rincón lloraba.
De su boca escapaban palabras que nadie escuchaba y,
sin más, se fundían en el aire.
Silencio.
Su alma desgarrada gritaba, pero nadie la escuchaba.
Tan rodeada de gente y a la vez tan sola...


Así como aquella triste muchacha clamaba con su mirada rota un poco de ayuda, nada más ser escuchada, es como muchas veces me siento. Tan arropada por la gente, rodeada de gente que me quiere y, a la vez, sola. Es algo bastante jodido sentirse así. Somos demasiado complejos los seres humanos. Tan iguales y tan diferentes, menuda tela. Cada cual con sus historias entre manos, un incesante ir y venir de sucesos y de variopintas situaciones. Y yo, personalmente, y como ésta es mi vieja buhardilla aquí cuento mi historia y le hago saber a ese lector que se esconde, que hoy y no sólo hoy, grito y se me quiebra la voz gritando, pero nadie me oye y me siento sola.


lunes, 11 de agosto de 2008

Suave es, como la seda, tu pelo. Me encanta deslizar mis manos por él y con las yemas de mis dedos acariciar tu linda cabellera. Siempre huele bien y me encandila cuando arrimo mi curiosa nariz a tu cabeza y te olfateo.

Tu rostro, como esculpido por un artista, con tus rasgos marcados: tu nariz con fuerte carácter y tus profundos ojos, tallados en cuarzo salvaje de colores otoñales. Y tu boca, dulce como la miel, adornada con tus preciosos y blancos dientes que enjaulan a tu traviesa lengua.

Tu cuello, la columna que soporta el peso de tu inteligencia y razón. Su piel tersa y morena, cálida y recorrida por los surcos que marcan sus venas, los ganglios y tu picuda nuez. Y (también) siempre huele bien, y al arrimar mi boca a tu cuello siento el impulso imparable de devorarte y hacerte mío de una vez por siempre.

Tu espalda, amplia, perfectamente esculpida y tu pecho, fuerte y acogedor, que me consuela cuando me duele el alma y me transmite todo tu amor con su candor joven y lleno de vida...



Podría seguir describiendo el cuerpo que contiene tu esencia y mantiene presa a tu alma; podría seguir describiéndolo miembro a miembro, pero no quiero porque no quiero que mis pobres palabras limiten tu hermosura, no quiero definirte porque para mí eres lo más bello y lo bello no se describe con palabras. ¿Cómo pudiste pasar desapercibido a mis ojos durante tanto tiempo? ¿Por qué te escondías? Al fin te he encontrado, y cada día eres más precioso a mis ojos. Y puede que todas estas palabras resulten de lo más empalagoso, pero quiero que sepa el mundo entero que mi amado es, a mis ojos, lo más bello. Tanto por dentro como por fuera.

domingo, 10 de agosto de 2008

Sin sentido

Con el dedo, dibujo un círculo en la arena. Alguien ha estado comiendo pipas y hay una cáscara en el interior del redondel. La quito, pero al instante me doy cuenta de que pertenece al círculo, forma parte de él. Y yo, ¿a quién pertenezco? ¿Soy como esa cáscara de pipa que, casualmente, cayó en la arena y mi dedo la atrapó al trazar el círculo y comenzó a formar parte de él? ¿O soy un alma libre que pulula sin rumbo fijo por éste mi universo? 'Menudo lío', me digo a mí misma. Ni siquiera sé si tiene sentido todo esto que escribo, pero soy como aquella rana a la que se le secó la charca y tenía que ir en busca de otra, y no sabía ni por dónde empezar, porque el sitio al que ella pertenecía le había sido, en cierto modo, arrebatado.
Qué extraño es esto de pertenecer a un lado o a otro, ir saltando de charca en charca, que te quiten sin piedad de tu "círculo", que se cierra una puerta y se abre al momento (o no) otra.

Pensaba estas cosas durante los últimos días en los que huyo un poco de la sociedad agobiante. En efecto, dibujé ese círculo en la arena con la cáscara dentro y, al quitarla, todo un torrente de pensamientos sin demasiado sentido comenzó a fluir con fuerza. Sinceramente, no sé bien cómo hilvanarlos porque son tantos que se agolpan en mi cabeza y quedan todos inconclusos. ¡Qué alguien me ayude! A veces no sé qué hago aquí ni tampoco tengo muy claro si es éste el lugar al que pertenezco... De nuevo, como la cáscara del círculo de arena. A nadie le pedí yo venir al mundo ni pude elegir mi familia ni tampoco vivir donde vivo. Dicen que las elecciones y decisiones que vamos tomando van trazando el camino de la vida, pero, ¿qué pasa con las cosas que no podemos elegir? ¿es éste nuestro sitio? ¿dónde está mi lugar? ¿lo encontraré algún día? ¿estoy dentro o fuera del círculo?
No sé si dando vueltas a todas estas preguntas llegaré algún día a una conclusión que me convenza, tal vez lo que tengo que hacer es intentar conformarme con lo que me ha tocado y exprimir su parte buena al máximo e intentar lidiar con la mala... No lo sé, ciertamente, como dijo el filósofo, "sólo sé que no sé nada". Algo es algo, ¿no?

Hoy (y ayer y todos estos días de atrás) me siento como una cáscara de pipa que fue arrebatada de su círculo de arena.