sábado, 28 de agosto de 2010

Living Miami Beach

Luces de colores. Olor a hamburguesa. Calor que se adhiere a los cinco sentidos. Silencio roto por rugidos de lujosos coches. Un demenciado caminando hablando con quién-sabe-quién pasa por mi lado y me estremezco. Dos calles más allá, unas chicas despampanantes montadas en unas sandalias de vértigo, ríen esperpénticamente para llamar la atención de dos cachas que caminan por su lado. Contrastes y más contrastes. Miles de sensaciones impactan contra mí y se graban en mi cabeza. Sé que volveré a casa y tendré un amplio álbum de imágenes, sabores, olores y sonidos que poco a poco pasarán al plano de recuerdos. En las islas de la bahía, las casas más lujosas; a menos de dos millas, la pequeña Habana y el pequeño Haití, barrios humildes tintados de sucesos violentos. Contrastes. Dios, no pensaba que esto iba a ser así de extremo. O te encanta, o hay momentos que te repudia pisar sus calles y te revuelve el estómago el olor que llega de las traseras de las calles principales. En Ocean Drive, una deliciosa langosta con un mojito por $120, y dos calles más adentro, una grasienta hamburguesa por menos de $5. Contrastes.


Cambiando completamente de tema, se me hace casi obligatorio mencionar que en medio de este mar de vivencias, me quedo con el vínculo fortalecido con mi compañero de viaje... y de vida. Con sus dulces caricias y sus palabras. Con su mano protectora mientras paseamos por las calles de Miami Beach. Con sus besos de buenos días y su contacto mínimo pero suficiente a la hora de dormir. Descubro que con él a mi lado, pese a estar lejos de casa y sintiendo el deseo de volver a mi tierra, la sensación de añoro se hace llevadera, hasta placentera por momentos. Un nuevo contraste. Un nuevo sentimiento contrariado.

Volviendo a esta ciudad, aquí no existe el punto medio, todo va de arriba a abajo como los loops de una montaña rusa. Resumiendo: vacaciones inolvidables, mágicas y llenas de una amplia gama de sabores al lado de la persona más importante para ti... ¿se puede pedir algo más? Welcome to Miami/ Bienvenidos a Miami. :)

viernes, 6 de agosto de 2010

¿Desarraigo?

Boom-boom, boom-boom. Leve, ligero y suave como una pluma. Boom-boom. Cambiante como el soplido del viento y débil como los últimos rayos de sol. Boom-boom. A su vez y muy paradójicamente, es vigoroso como las raíces de un antiguo árbol agarrado con fuerza a la tierra de la que se alimenta y crece. Boom-boom. Valiente, cual caballero que empuña su espada sin temor a dar su vida en el campo de batalla; y potente, como el batir de aletas de una gran ballena, que emerge de las profundidades del mar para tomar oxígeno golpeando con violencia las aguas con su cola. Sentía de todas estas formas a mi corazón latiendo estos días. Unas veces tan cercana a la realidad que estos días me rodea y otras con el corazón lejos, muy lejos, a una distancia casi inmesurable. Ciertamente cómoda en mi tierra rodeada de mi gente y en otros momentos, con ganas de no volver jamás; simplemente porque éste ya no es mi sitio para estar. Hace más de un año decidí marcharme para no volver, y aunque es necesario regresar a los orígenes de uno, me doy cuenta de que yo ya no pertenezco a este pequeño trozo de mundo, ya no encajo en su estructura. Y ahora, ¿de dónde eres?- me atormenta un poco mi cerebro. No lo sé, soy del viento que me lleva, sin redes ni jaulas que me impidan el libre movimiento por el mundo. Voy allí y soy de allá, siempre sin negar de dónde vengo pero sin saber cuál es la próxima estación de mi destino.
Sí, puede que sienta desarraigo porque no es que esto haya cambiado, pero yo sí. Todo esto me vio crecer y me hizo llegar hasta un punto en que estaba preparada para irme, eso nunca lo voy a negar, pero ya no pertenezco a este lugar aunque de vez en cuando necesite el paréntesis del descanso para nutrirme de la tierra en que me crié. Ha dejado de ser mi sitio y ahora ya no tengo uno y creo que eso me gusta, aunque mi corazón se vuelve loco por momentos pues mis sentimientos son de lo más cambiante. Pero está bien, supongo que algún día encontraré otro lugar donde sentar cabeza y arraigar nuevamente mis raíces. Hasta entonces, quiero seguir volando sin lastre que arrastrar, quiero tocar las nubes frescas del cielo de mi vida y refrescarme con su agua, quiero ir allá y acá y nutrirme un poco de cada sitio... confiando en que mi corazón es fuerte para soportar los envites de los cambios y nuevas situaciones a que enfrentarse: débil y fuerte, pesado y ligero, suave y tosco, todo a la vez. Hoy, me siento como un pájaro libre con ansias de surcar los cielos de todo el mundo.


miércoles, 4 de agosto de 2010

There's No Place Like Home

En ningún sitio como en casa para recargar las pilas. He vuelto a mi casa de toda la vida para pasar unos días antes de trotar por el mundo disfrutando del resto de mis vacaciones. Pero no hay otro sitio mejor para descansar que el sitio donde te has criado, al menos ésta es mi opinión. Los cariñitos de la mamá que te prepara tus comidas favoritas porque no las disfrutas el resto del año. Lo caótico del armario de los dulces cuando buscas algo para desayunar rico. Las conversaciones risueñas de las pizpiretas vecinas del barrio, mientras te dicen lo guapa que estás nada más verte. El saludo feliz de la gente conocida de toda la vida que te cruzas por la calle. Los puestos de fruta fresca del mercadillo. La vista a la bella sierra desde casa al asomarte a la ventana. El olor a verde que trae la brisa de la mañana. El canto de los pajarillos mientras revolotean como locos al atardecer. El olor a jabón de las sábanas. Las conversaciones del viento con los gatos que salen al frescor de la noche, mientras las estrellas adornan el manto oscuro del cielo. ¡¡Son tantas cosas!! Anoche las contemplaba (a las estrellas), y me di cuenta de que casi había olvidado lo maravilloso de un cielo estrellado en una fresca noche de verano. Ahí, tirados en una roca que me pareció hasta cómoda, tres de mis mejores amigos y yo, charlábamos de cómo arreglar el mundo y admirábamos la estela de la Vía Láctea y lo mágico de la cola de la Osa Mayor en el punto central donde se esconden dos estrellas, discutiendo cuales científicos, sobre lo misterioso del viaje de la luz hasta que nosotros la percibimos. Y de tanto en tanto, una estrella fugaz cruzaba el cielo, dándonos la oportunidad de regresar a la inocencia y formular nuestros deseos con los ojos apretaditos. Es curiosa esa sensación de que, pese a estar en la calle a las tantas de la noche, te sientas cómodo y tranquilo, sí, como en tu misma casa. Olvidaba estas sensaciones por llevar tiempo fuera sin regresar a casa. Me gusta estar aquí para, como quien dice, regresar a mis orígenes y saber que lo que hoy soy, es por esta tierra y esta gente que la habita. Y me siento orgullosa, porque en ningún sitio se está mejor que en Casa.