viernes, 29 de agosto de 2008

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Se me han esfumado las palabras. Vi, cómo, lentamente se escurrían aquella mañana entre mis dedos y se perdían... Unas caían al suelo y se quebraban, insalvables; y otras salían volando arrastradas por aquella brisa pre-otoñal. Al sol de mediodía escondida en las calles de mi ciudad se quebraron muchos de mis sueños y cómo duele, ¡ay!, cómo duele que se rompan, porque creía en éllos, creí que aún podía hacerlos realidad. Pero se han roto mis sueños y se han esfumado las palabras que tenía para decirte, y no sé qué puedo hacer... si callarme y esperar a ver si vuelven o buscar otras nuevas y volver a intentarlo, o rendirme y quedarme muda para siempre.
Retumban en mis oídos las palabras que me dijiste, entraron en mis oídos como un torbellino arrasador y penetraron en mi corazón como una afilada espada abriendo heridas nuevas y, lo que es peor, antiguas. La realidad que me rodeaba desapareció y tus palabras, malditas, eran lo único que mis cinco sentidos percibían: amargas como hiel, estridentes como chirridos, no sé si frías como hielo o ardientes como lava que ha escupido un volcán, apestosas como carne podrida desde hace días, horrendas como el más horrible de los monstruos que me persigue en mis peores pesadillas nocturnas. Tus palabras han hecho que las mías se escondan (las que queden) y se esfumen.
He quedado en un estado en el que no sé qué hacer, me da miedo todo, sólo quiero huir y esconderme del mundo hostil que me tiene atrapada entre sus gruesos barrotes del tiempo y no volver jamás. Quiero dejar de creer en el amor y a la vez no puedo, porque te quiero, aunque me hayas causado este dolor, siendo consciente o no de ello...

Hoy, de nuevo, grito y nadie me escucha, grito al vacío. Y no hay pacto de guardianes que valga, ni protectores de ningún tipo. Y sólo porque éste es mi rincón más íntimo y mi pequeña vía de escape, decir lo más profundo a quien no veo, lo digo y lo escribo. No quiero compasión de nadie, no quiero nada de nadie, sólo que sepa quien me lea que esto es lo que hoy siento y que no se lo deseo a nadie. Porque me siento perdida, muda y desolada. Con una herida en el pecho: una nueva y otra vieja, que se ha reabierto. Estoy muy jodida y, más aún, rabiosa. Y con los exámenes a la vuelta de la esquina.

1 comentario:

Angel dijo...

Que bien sienta desahogarse a veces, decirlo todo sin decirlo nada, poder decir a los cuatro vientos lo que se siente, sin importar el como ni el porque. No se que sera lo que te ha pasado, pero si quieres decirme algo, o contartelo estoy aqui como siempre,sino pues sigue sacandolo todo que no te queme ni te convierta en desconfiada, vive lo que puedas y lo que no pues no lo recuerdes, porque solo hace que emponzoñarte el alma.bss palma