jueves, 2 de julio de 2009

Desengaños quitan pasiones.

La mire por donde la mire, pienso que es una gran frase. Y es que no se puede confiar ciegamente en nadie, ni esperar grandes (e incluso a veces pequeñas) cosas de quien esperabas que respondiese, porque a la menor y sin comerlo ni beberlo, ¡pum!, desencanto absoluto. He pasado por algo así hace muy muy poco. Recogía mi mochila ilusionada: volvía a casa sin avisar a nadie, en plan sorpresa. Volvía a casa después de dos meses lejos, añorando a mi familia, a mis amigos, a mis montañas... E iba metiendo en ella toda la ilusión de volver a ver a aquéllos que supuestamente me echaban de menos a mí también. Pero qué desilusión al llegar y únicamente notar sorpresa al llamar y decir que estaba aquí, porque apenas nadie ha respondido después. Sabían que estaba aquí y la sensación que yo tenía era que, pese a llevar fuera dos meses, era como si sólo hubiera estado fuera unas horas, y todo el mundo siguiese su habitual ritmo de vida sin interesarse siquiera por cómo me había ido todo este tiempo; porque aunque se habla por teléfono, muchas cosas quedan en el tintero y faltan las miradas, los gestos, la magia de estar cara a cara... Nada. Sin respuesta. Me arriesgaría a decir que, incluso, no es como si hubiese estado fuera unas horas y volver, no, es como si hubiese estado fuera unas horas y además la situación hubiera cambiado radicalmente. Noté falta de cohesión, de complicidad... me hace pensar que ya no pertenezco tanto a ese sitio y que estoy un poco en medio de ninguna parte, porque sí, estoy muy bien en mi nueva ciudad, pero aún me queda para adaptarme al 100%. Al fin y al cabo, sigo estando sola y entablar buenas relaciones con la gente, por muy abierta que ésta sea, lleva su tiempo. Claro que no todo fue malo ya que la reacción de mi familia al saber que estaba en casa fue brutal y la reacción de una o dos personas más fue similar, así que decidí quedarme con eso. Pero claro, la ilusión que metía en mi mochila el día previo a volver se esfumó al abrirla en casa y he vuelto al este con el corazón lleno de una rara mezcla de sentimientos de los que una buena parte es rabia, otra un enorme desengaño y otra de dulzura porque ahora sí que sé quiénes están realmente ahí. [[A vosotros, y como suelo decir, vosotros sabéis quiénes sois, os quiero y os llevo en mi corazón como el más preciado de mis bienes.]]

1 comentario:

del_dan dijo...

yo sigo animando a tener ilusiones, pero no a disilusionarte, verdad que la gente no responde muchas veces a nuestras expectativas, pero eso tiene que se indiferente a lo que nosotros queramos dar a la gente. he ahi donde tiene que estar nuestras ilusiones.
al menos eso creo.