viernes, 20 de junio de 2008

Sueño de una noche de verano.

Al fin vacaciones. Acabaron los exámenes (o hicimos que acabaran antes) y llega el verano: las tardes en el río y las noches a la fresca; el frescor del amanecer y la modorra sedante de las cuatro de la tarde... No sé si me apetece este año. A veces extraño el frío de las mañanas de enero y el vaho que sale de las bocas cálidas cuando la temperatura ambiente roza los cero grados en las calles. No sé si me apetece el verano. No sé qué quiero hacer con mi vida. Han pasado meses y todavía estoy perdida, aunque menos, eso es cierto.

Ojalá todo esto pase pronto... ¿Cuánto tiempo llevo pensando en lo mismo? En salir del agujero que me atrapa, dentro del que veo una luz tenue que no acabo de alcanzar, aunque parece que cada vez está más cerca... ¡Uf! Cada vez que lo pienso, me vuelvo a dar cuenta de que aún no he encontrado la salida... Él ha llegado para ayudarme, pero no quiero agotar sus fuerzas. A veces me parece que soy un poco como Pícara de Xmen: absorbo la energía vital de la gente que me rodea y los arrastro a mi oscuridad. No me apetece el verano, no me apetece nada.

Tener que recuperar el tiempo perdido, ser feliz, disfrutar de cada día, sentir, amar, respirar aire fresco, reir hasta el llanto, saborear sus dulces besos, café con hielo y limón, bucear...
Debería apetecerme, ponerme loca de alegría al pensar que llega el verano y que tengo todo el tiempo del mundo para estar bien y rehacer todo lo destruido a lo largo de esta mala racha que no acaba. Pero no tengo fuerzas, aún no; tengo más que antes, pero aún no tengo fuerzas... Javi, amor mío, te necesito. Fertxu, Luisfer, Richy os necesito. A todos aquéllos que sabéis que sois mis amigos, os necesito, aunque a veces sea desagradable y maleducada; aunque a veces quiera huir y no regresar nunca, aunque me quiera volver anacoreta y desaparecer para siempre. Os necesito, os quiero, sois mi fuerza vital.
Desde aquí os ruego hoy que hagáis que me apetezca disfrutar del verano. Que me apetezca curarme del todo. Que me apetezca amar con locura y aferrarme a la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre hay esperanza. Una pequeña luz, por tenue que parezca es capaz de hacer brillar la oscuridad más profunda. Estuvimos ahí, incluso cuando tú decías que no te sentías integrada. ¿Recuerdas los primeros días? Ahora más que nunca. Aun tengo energía querida Picara.