martes, 2 de septiembre de 2008

(sin título [II] )

Mientras caminaba, a veces poseído por la desesperanza, a veces poseído por la esperanza, vio (o más bien le pareció ver) en la distancia un claro entre la espesura de los árboles. La tibieza de una luz le acarició el ánimo, así que apresuró el paso hacia allí. Era de noche, creyó, pues una claridad como de luna se percibía cada vez más intensa. 'Las estrellas', pensó, 'Tal vez pueda ver las estrellas' y un ardiente júbilo le hizo entrar en calor las articulaciones fatigadas en medio de aquel bosque húmedo y siniestro y nada hubiera sido capaz de detenerle hasta alcanzar su objetivo. ¿Era eso lo que en principio estaba buscando? Su corazón palpitaba con más fuerza a medida que se acercaba al objetivo divisado, al fin sentía algo de alegría, algo de sentimiento positivo. Cuando le quedaban poco más que unos pasos para llegar se detuvo y tomó aire. Se preguntaba cómo sería el cielo de la noche, ya casi lo había olvidado... De repente, un dolor intenso provocó que sus piernas no pudieran sostener el peso del cuerpo y cayó al suelo. 'No, ¡ahora no!', estaba a unos pasos de alcanzar el claro, y supo de inmediato qué era lo que había provocado aquel dolor: aquélla que le había dado tanta ventaja, aquélla que sabiendo que tenía la victoria asegurada, le había dado dejado avanzar en su camino. 'Pues no me pienso rendir' se dijo a sí mismo, aunque pronunció las palabras en un susurro para que la Muerte le escuchara desde su escondite próximo. Y luchando, se arrastraba fatigado hacia la luz, y al fin las vio. Vio el cielo en su esplendor, limitado únicamente por el círculo de árboles. Vio las estrellas brillando allí a lo lejos pero a la vez tan cercanas, y vio a la Luna, muy pequeña y medio escondida, con su encanto mágico iluminando la noche. Al momento lo supo, sí, era éso lo que tanto había ansiado caminando sin rumbo por el bosque, se sintió pleno por primera vez en todo el tiempo de su viaje. Si la Muerte quería darle alcance, podía hacerlo ya; ya no importaba nada, pues la visión que tenía ante sus ojos jamás podría ser olvidada, se grabaría a fuego en su corazón y allí quedaría para siempre, vivo o no. Así que cerró los ojos y relajó el cuerpo. Ya no sentía ni el dolor siquiera. Los abrió de nuevo y poco a poco se fue quedando dormido y en paz. Se sintió libre al fin. 'Misión cumplida' dijo. Y descansó.

1 comentario:

Angel dijo...

La historia se merecía un final, y creo que ha sido el final ideal, una historia muy bonita y tragica, pero es real como la vida. La muerte esta ahi, un ser, un fin del tiempo, llamalo como quieras pero para todos es igual. Que sabias las palabras que dicen:
La muerte está tan segura de su victoria que da una vida entera de venataja.